
Por: Emmanuel Jaramillo
Editora: Laura Holguín
Cada 22 de marzo, personas de todo el mundo se reúnen en ríos, arroyos, lagos, humedales y mares para cantar por la sanación de las aguas de la Tierra y de las aguas internas. Este movimiento, conocido como Cantoalagua, fue fundado en Colombia por Héctor Buitrago y Catalina Salguero con el propósito de despertar conciencia sobre la importancia del agua a través del canto, el arte y las acciones colectivas. En la más reciente edición, se realizaron más de cien encuentros en simultáneo en Europa, África, América y Asia, uniendo voces en un mismo propósito.
El pasado 22 de marzo, un grupo de 25 personas (y seis perros) se reunió en el río Subachoque para participar en Cantoalagua, convocados por el artista Fernando Cruz, quien lleva muchos años realizando actividades artísticas y culturales de conexión con lo elemental de la naturaleza. Este punto, ubicado en el municipio de Subachoque, es un espacio de aguas frías rodeado de bosques de eucalipto, completamente desconectado de la señal celular, lo que permitió una inmersión total en la naturaleza y el propósito del encuentro. La energía del lugar, sumada al sonido del agua y el canto colectivo, creó un ambiente de conexión profunda con el entorno.
La elección de este lugar no fue casualidad. El río Subachoque enfrenta diversas problemáticas ambientales, como la contaminación y el impacto de la actividad agrícola, lo que hace necesario generar conciencia sobre su protección. A lo largo de los años, se ha observado una disminución en la calidad del agua y la biodiversidad del ecosistema, lo que afecta tanto a la fauna como a las comunidades que dependen de este recurso. El encuentro buscó visibilizar estas dificultades y resaltar la importancia del agua como un recurso vital que debe ser preservado para las generaciones futuras.
Al lugar llegaron personas de diferentes municipios del departamento, buscando una experiencia diferente de relacionamiento con el agua; esto resultó para muchos una travesía en la que después de arribar al casco urbano de Subachoque, se reunieron junto con lugareños en el sector La Pradera para emprender una caminata de aproximadamente cuatro kilómetros montaña arriba. El recorrido permitió apreciar la majestuosidad del paisaje, con vistas panorámicas de la región y el sonido constante del viento entre los árboles. Durante el trayecto, algunos participantes tomaron rutas equivocadas y terminaron en otros puntos.
El canto comenzó con un momento de silencio y meditación, en el que cada persona se conectó con su propia intención para el agua. Luego, la voz de los asistentes se alzó en armonía con la naturaleza, creando una atmósfera de unión y espiritualidad. La vibración de los cantos resonó con la corriente del río, en un acto simbólico de sanación y respeto por este elemento fundamental para la vida.
La Sonora Siembra: Victoria Belihué y Joan Paulo
Tras el canto, los asistentes se reunieron en una hermosa casa campesina de la zona, donde compartieron bebidas, alimentos y reflexiones sobre la experiencia. Fue un espacio de diálogo y conexión en el que intercambiaron ideas sobre la importancia del agua y las acciones necesarias para su protección. Durante la conversación, se destacó la necesidad de adoptar hábitos más responsables en el uso del agua y fomentar iniciativas comunitarias para la preservación de fuentes hídricas.
En el encuentro realizado en Subachoque, convergieron artistas plásticos y visuales, cineastas, actores, deportistas, biólogos, gestores, activistas y docentes, quienes, a través del arte y la reflexión colectiva, reafirmaron su compromiso con el agua y con la vida misma. La diversidad de perspectivas enriqueció el encuentro, permitiendo que cada asistente aportara su visión y experiencia en torno a la protección del agua.
Cantoalagua no es solo un evento, sino un recordatorio de la interconexión entre los seres humanos y la naturaleza. La invitación queda abierta para seguir sumando voces y acciones en defensa de este recurso esencial para la humanidad y el planeta.
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